Juan I. Viedma. Hemos vivido un verano muy raro…
Juan Mª Mañero. Es, desde luego, el verano más raro que yo recuerdo en los últimos 38 años. En época estival, hemos pasado por altercados políticos muy fuertes, inundaciones y otro tipo de situaciones, pero que no se pueda hacer, por ejemplo, un programa en la calle y en directo… nunca.
J.I.V. Por cierto, este año su programa se llama “Gipuzkoa a diario”, ¿significa un cierre de ciclo de “Contigo en la playa”?
J.M.M. “Gipuzkoa a diario” es el programa que cubre la franja horaria que en verano ocupa “Contigo en la playa”, programa que por filosofía y fórmula tiene que ser en directo. Como este año ha sido imposible ponerlo en marcha, hemos hecho un programa híbrido donde el 80% de los temas tienen más que ver con “Contigo en la playa”. Espero que, si mejora la situación –¡ojalá!–, este programa veraniego esté en antena el año próximo.
J.I.V. Cambiando de tercio y centrándonos en Donosti, ¿cómo valora las últimas obras que se están realizando en la ciudad y la afectación del tráfico que significan?
J.M.M. Creo que cuando hay muchas obras nos quejamos y, cuando hay pocas –no se ve movimiento–nos quejamos de que no se hace nada por la ciudad. Quizás es que las obras que se realizan son desordenadas, se hacen de manera caótica y, al final, nos resignamos a ello ya que no somos capaces de unirnos para protestar.
J.I.V. ¿Necesita un metro una ciudad como la nuestra?
J.M.M. No me molestan las obras del metro, lo que no me gusta es que no se haya pensado en qué tipo de molestias iban a producir Creo que muy poca gente, incluso el propio ayuntamiento, sabía hasta qué extremo iban a llegar. También me molesta la manera en que se ha informado de las obras; estoy casi seguro de que la opinión de los ciudadanos sobre el metro hubiera sido otra. Además, sostengo que su trazado es muy pobre ya que barrios con gran densidad de población no van a poder disfrutar de un mediode transporte de este tipo. Quizás, ya metidos en ‘harina’, debía de haber contado con un planteamiento más ambicioso para acercarse a más zonas de la ciudad. Insisto en que no me molesta el metro, pero hay mucha gente que está pasándolas canutas por las molestias y que de poco les va servir esta infraestructura; por ejemplo, los que viven en Aiete. Es una obra que se le ha metido a la población con calzador con el argumento de que es de interés general, dejando a una lado otras situaciones como el cierre de esta lecimientos, los ruidos y las afectaciones al tráfico rodado.
J.I.V. ¿Existe la posibilidad de que al limitar a 30 km/h la velocidad por la ciudad los atascos sean muy habituales?
J.M.M. Poner ese límite en toda la ciudad es como ‘café para todos’. Hay zonas que sí y otras zonas que no. Está claro que en esta ciudad hay un discurso sobre la movilidad que señala, al ir como en dirección contraria, al que duda sobre ella. Hay que recordar que se aprovechó el confinamiento para pintar las señales de 30, carriles bus, se ha afectado la Concha para unos cuantos ciclistas… Es indudable que, si se va más despacio hay mayor seguridad, pero hay viales como el alto de Miracruz en el que circular a 30 resulta, cuanto menos, raro. Es una tendencia que entre comillas, “está bien vista”… pues adelante, eso sí los radares van a dar mucho dinero
al ayuntamiento. Lo que está muy claro es que si se tomaran este tipo de medidas para preservar a los peatones, todos estaríamos de acuerdo, pero antes habría que, por ejemplo, iluminar convenientemente los pasos de cebra para que se les viera mejor. En San Sebastián no existe ningún paso de peatones de este tipo. ¿Antes de poner todo a 30 no sería más idóneo tomar otras medidas si se quiere la mayor seguridad para todos los usuarios?
J.I.V. ¿Cómo valora el papel que realiza el RAC Vasco Navarro en aspectos como la seguridad vial o la movilidad?
J.M.M. Los que somos conductores y pagamos la viñeta en la ciudad –por cierto, muy cara– estamos convencidos de que lo que suele señalar el RACVN está bien, aunque es predicar en el desierto… Salvo la excepción del último comunicado en el que se requería al ayuntamiento una señalización clara y bien visible en la obligatoriedad de girar a la derecha hacia la calle Urbieta en la intersección existente entre la avenida de la Libertad (sentido Gros) y las calles Miramar y Urbieta. Les han hecho caso. El discurso del RACVN está muy bien; es claro y conciso en sus apreciaciones, y busca la mayor seguridad, compenetración y compromiso entre todos los usuarios de la vía. Por desgracia, muchas veces no es visto así por las instituciones.