Que los autobuses no entran en su carril es algo conocido, que el ayuntamiento lo sabe también y que no ha hecho nada por remediarlo lo mismo. Sucede a diario en la céntrica calle San Martín de Donostia desde que Movilidad decidió cambiar el sentido de esta calle.
Ayer, a las 13,00 h, frente al número 58 de esta calle, un autobús de la línea 5, golpeó uno de sus retrovisores contra un árbol, el árbol sufrió algún daño y el bus también. El conductor con cara de resignación paró unos metros más adelante y se bajó a recogerlo del suelo y trasladarlo nuevamente al autobús. El comité de empresa y los propios conductores, en público y en privado han criticado la presión a la que se sienten sometidos en esta y otras calles desde que el ayuntamiento decidiera cambiar el sentido de las mismas, en gran parte causa de los atascos y por ende de las medidas para paliarlos como los peregrinos cortes periféricos, pero en Alderdi Eder prefieren mirar para otro lado.
De hecho ayer mismo, el atasco de la ciudad era evidente y el origen del mismo, el cruce de la Avenida de la Libertad con la Calle Urbieta. Para pasar la Avenida era necesario más de 15 minutos y 5 ciclos de un mismo semáforo en rojo. En ningún cruce del Centro había agente alguno de movilidad regulando el tráfico. El atasco no lo originan sólo quienes buscan una plaza de aparcamiento, algo normal en verano en una ciudad turística. El caos se produce por la nueva configuración de la ciudad y la falta de interés por agilizar y regular los cruces.
Nos contarán que esto ocurría todos los veranos, que trabajan por una “ciudad amable” y que venir a San Sebastián “es toda una experiencia”. Y es verdad, venir a San Sebastián es una maravilla, las decisiones en materia de movilidad de los últimos años un fracaso que padecen quienes nos visitan y quienes, sin coche oficial ni chofer, nos movemos a diario por “la ciudad amable” . A quien corresponda.