Los detalles de este suceso ya se contaron en #AQC , cuando el pasado 17 de abril, en la retención de bajada de Hospitales, el conductor de una motocicleta adelantó por su izquierda y dentro del carril pintado en amarillo a varios vehículos hasta llegar a la altura de un vehículo de Movilidad de San Sebastián, en el que viajaba un agente que abrió bruscamente la puerta y saludó al que después sancionó con esta bonita frase “a donde coño vas”. El agente, según el donostiarra sancionado además iba comiendo mientras conducía, “actuó desde la venganza y prepotencia, en una clara situación de abuso de autoridad”
El ciudadano recurrió la sanción, el Ayuntamiento prefirió no contestar, acudió al Ararteko, tras cuyas gestiones, el Ayuntamiento de San Sebastián le remitió un escrito, como suele pasar en estos casos, “mintiendo y desvirtuando los hechos”, lo que le ha motivado a J.M. a presentar una Demanda ante el Juzgado Contencioso Administrativo de San Sebastián que según a podido saber el RACVN ya ha sido admitida a trámite.
Además el Ararteko en su informe dice que “a la conclusión a la que llega el Ayuntamiento resulta insuficiente si no va acompañada de una investigación adecuada y suficiente de la queja, que permita esclarecer lo sucedido y actuar en consecuencia”
Es frecuente ver discutir a los agentes de movilidad con mejores o peores modales, también se han producido en San Sebastián, en las últimas semanas, cuatro agresiones a otros tantos agentes de movilidad, el último la pasada semana, pero no es tan frecuente recurrir a los Tribunales de Justicia para denunciar al denunciante por considerar, entre otras cosas que se trata de un abuso de autoridad.
Los responsables de este cuerpo de agentes, deberían ser conscientes en primer lugar de las peregrinas tareas a las que en ocasiones son encomendados, por otro, analizar el descontento de cierta parte de la ciudadanía con algunos agentes de actitud prepotente y chulesca. Discusiones, agresiones y denuncias en el Juzgado, un curriculum no demasiado brillante. Para ser respetado hay que respetar y eso no ocurre con todos los “naranjitos” de Donostia. A quien corresponda