San Sebastián: La estación de autobuses de los malos olores y las aglomeraciones

FOTO I.M

“La estación de autobuses de San Sebastián, es pequeña, huele mal, en verano hace un calor insoportable y no hay un sitio libre para sentarse, hay más sillas en el bar que en la zona de espera”, así de claro y contundente se muestra I.M.

Se trata de una queja argumentada, pero recurrente. Todos los usuarios hablan de lo mismo. La construcción de una estación de autobuses en San Sebastián era una razonable e histórica reivindicación de Donostia que durante décadas tuvo que soportar un aparcamiento de autobuses al aire libre, en la Plaza Pío XII; un despropósito en toda regla.

Tras vueltas y más vueltas, la hemeroteca habla de 20 años de espera, se barajaron dos ubicaciones; una en Riberas de Loiola que hubiera estado conectada con los servicios de RENFE y EUSKOTREN (Topo) y otra, la actual; Atotxa. Finalmente se decidió ubicarla junto a la estación de Renfe, más céntrica, pero mas pequeña y sin la intermodalidad que hubiera tenido en Riberas. La estación se inauguró por todo lo alto el 4 de febrero de 2.016, casi diez años después, todavía no se ha puesto la primera piedra de lo que llaman la “estación intermodal de Riberas”, donde se barajó la estación de autobuses y donde quizá algún día se construirá el intercambiador a gran distancia de la actual estación de autobuses, por lo que la intermodalidad queda en entredicho, salvo un improbable giro de 360 grados que traslade la de autobuses de Atotxa a Riberas.

Mientras quien deciden, se lo toman con calma, la estación de Atotxa, tiene el aire viciado y un largo etc. de carencias que a los donostiarras les lleva a pensar en el agravio de su estación con otras magníficas como la Intermodal de Bilbao o la de Pamplona.

Es tan ridículamente pequeña que algunos autobuses interurbanos, los de Lurraldebus, tienen parada en superficie, justo encima de la estación, porque literalmente no entran, una parada que genera un perpetuo conflicto vecinal.

Ahora se debate sobre su ampliación, justo cuando están a punto de terminarse las obras de la vecina estación de Renfe, la del AVE, ese que también llegará algún día, o no, una buena ocasión para unir ambas y aprovechar la obra y ampliar la diminuta estación de autobuses. Se antoja complicado. Más de veinte años soñando con diferentes ubicaciones, diez años de estrecheces y quejas y ahora comienza el debate sobre su ampliación. Más de treinta años a vueltas con una infraestructura de vital importancia. Toda una vida de despropósitos que ahora deberá liderar el nuevo alcalde de Donostia Jon Insausti, será por cosas por hacer. A quien corresponda