
En el verano de 2022, Movilidad tomó una decisión que ha sido la punta de lanza de todos los colapsos que desde entonces vive San Sebastián, cambiar la dirección de algunas calles céntricas entre ellas San Martín y Urbieta. En un primer momento se permitía a los vehículos que circulaban por San Martín, girar a la derecha a Urbieta para así poder acceder a La Concha, el Antiguo o salir de la ciudad.

Este giro generó no pocas situaciones de peligro y accidentes, porque coincidían en el cruce los autobuses y los turismos. “Muerto el perro se acabó la rabia” debió pensar alguien del departamento y entonces prohibieron a los vehículos particulares el giro de Urbieta a San Martín, obligando a seguir por Urbieta y dar una enorme vuelta por las calles del Centro generalmente atascadas y desde hace más de ocho años en obras. Se dijo que era una situación transitoria durante el periodo de obras de la pasante ferroviaria.

Ahora descubrimos, una vez más el verdadero funcionamiento del Departamento de Movilidad y sus decisiones basadas en supuestos informes o más bien, en la táctica “prueba error” (como recientemente en el barrio de Bidebieta). La calle ya se ha asfaltado definitivamente, las obras en la zona parecen haber llegado a su fin. ¡ Sorpresa ! -no tanta, la verdad- los coches ya no podrán girar de Urbieta a San Martín, la decisión no era transitoria. Transitorio fue el argumento para calmar a los encendidos ánimos de los conductores., esos que hoy siguen aún más encendidos

La realidad es bien distinta. Al sobrar espacio, tras pintar el carril bici, han marcado una “peculiar” parada de taxis -desde que la han pintado no hemos visto ninguno parado-, así como un “gran” aparcamiento de motos, para unas ocho. Bancos en la calzada, por ahora, no han colocado, pero todo puede pasar con tal de quitar sitio a los vehículos a motor. Véanse los de diseño moderno de la cercana calle Easo, ideales para cuando las mesas de los bares están llenas.

Las zancadillas a los vehículos son una constante, aprovechan las obras ajenas a la movilidad en el Centro pero también el resto de barrios, para estrechar, prohibir y complicar hasta el infinito la movilidad en vehículos particulares. Los repartidores están desesperados, los turistas despistados, los conductores de autobús estresados. Quizá algún día la ciudad sea más amable, hoy es más incómoda. A quien corresponda